¿Un hombre de Estado?

19 02 2010

Ya no es porque sea un gesto de mal gusto en una persona importante, o que denote una falta de respeto hacia quien va dirigido, es todo el significado que tiene que sólo se puede entender en el revuelo que ha causado.
La “peineta” que le hizo Aznar, tras dar una conferencia en la universidad de Oviedo, a quienes allí le increparon, denota la talla política y moral de un personaje que debía ser un ejemplo de hombre de estado.
Felipe González dijo que los ex presidentes del Gobierno son como un valioso jarrón chino de la dinastía Ming, de gran valor, que todo el mundo aprecia, pero que nadie sabe donde ponerlos. Pero aún es más problema si ese jarrón, encima, queda mal.
Aznar merece todo mi respeto por el simple hecho de haber sido el jefe del Gobierno. Un hombre que pertenece al Consejo de Estado y que su papel puede ser muy importante en momentos de dificultad como por ejemplo este. Sin embargo el Presidente de Honor del PP parece sentirse cómodo con el momento de crisis que vive España. Le gusta abrir la boca y escupir demagógicas consignas que rozan el simplismo a ritmo de gracieta para, no desprestigiar al Gobierno actual y su presidente, sino al mismo país.
En una cumbre latinoamericana, el “presidente” venezolano, Hugo Chávez, hizo gala de su mediática cutrez despotricando en ese caso contra el Presidente Aznar. Tanto Zapatero como el Rey, en un episodio que será histórico, defendieron a un Presidente Español como muestra de patriotismo, el que se exige a un hombre de esa talla. No me imagino a Aznar haciendo eso, y eso me produce tristeza.
De un hombre de Estado, con su posición, se exige un mínimo de patriotismo, pero del de verdad. En estos momentos de crisis debía defender la solvencia de España por todos los sitios donde va. Pero al igual que el resto del PP, parecen cómodos a lomos de la crisis, agravándola en la medida de sus posibilidades, con el único aliento de quienes le puedan echar de menos.

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